Un lunes común y corriente regresaba a casa con mamá y con Handerciito ...
Era ya un poco tarde y el problema había sido que mamá se sentía mal, le dolía caminar por lo tanto avanzamos más lento.
En eso veo de reojo que había un bultito en la vereda, en ese momento dudé si seguir caminando o retroceder y bueno al fin de cuentas no me percaté de lo que eran en realidad hasta que me acerqué y los vi.
sobre una chompa vieja dos pequeños gatitos recién nacidos, tan chiquitos e indefensos ¿Qué Se SuP0Ne QuE DeBÍa HaCeR?
No era algo tan simple como hacerme la loca y aparentar que no escuchaba sus agudos quejiditos, y dejarlos donde los hallé, hacerme la de la vista gorda y exponerlos a Dios sabe qué.
Traté de encontrar a alguien que de cuidarlos a los dos fuera capaz, lastima que ese alguien bueno no llegó y siendo francos a casi las 11 de la noche no creo que alguien estuviera tan dispuesto a recibir menudo regalito.
Lo que más me dio coraje fue pensar en el dueño de la gata que los alejó de la seguridad de su madre, eso era tan simple como condenarlos, echarlos a su suerte, eran tan pequeños que cabían en mi mano,ni siquiera habían abierto sus ojos.
En ese momento los recogimos, los llevamos a casa, les hice una casita provisional, fui por unos polos, mi mamá diluyó leche evaporada y yo me encargué de la hora de la comida con una linda jeringuiita :)
Si estando en mi hogar sentían frío y se despertaban quejandose en la madrugada, que hubiese sido si los devolví a la calle.
Traté de llevarlos veterinarias, lo que más me conmocionó fue recibir tantas respuestas hostiles de parte de personas que se decían amantes de los animales y para ser sincera (Yo no tengo paciencia ni mucho menos me agradan los gatitos), sin embargo apeló dentro de mí, mi lado humano.
Mis dos seres vivientes, a pesar de lo que yo intentaba, no conseguía nada.
El último día el miércoles debía ir a la Universidad, y fue ese día que mamá se jugaría una última carta, planché un polo con el cual los abrigué, les puse a su costado una botella con agua caliente, les había dado su leche y mis dos traviesos estaban ya dormidos.
Recibí la más feliz noticia ... Un médico los adoptó, llamó a sus contactos en amigos de los animales y aceptaron a los dos pequeños desafortunados, a los cuales una esperanza de vida les sonreía.
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